Como hormigas en la carne. Jardín #2.


Hoy os traigo un par de poemas que me vinieron a la cabeza mientras corría por el ermita del pueblo donde vivo. Rodeado de árboles a la vez que de casas que más parecen mansiones. Os dejo con los cactus, igual que la otra vez. Espero que no molesten mucho. 




Como hormigas en la carne

Una calle desierta
suena
como el movimiento de la arena,
y es el viento entre las hojas
meciéndose en una cuna
de inmueble.
Llora alto el niño
y el amarillo
no se enciende,
roto entre las sombras
de un abanico enlutado.

Y tengo el cerebro
como hormigas en la carne.
Como hormigas en la carne
destrozada de una oruga.
Como hormigas en la carne
de un vivo a punto de morir.
Arrancados los mordiscos,
tenazas portátiles que desmenuzan.
Y me siento el cerebro atravesado
por la espada de un mago
del pasado en la luna llena,
partida como un diente,
enterrado el relámpago
todo en mi cabeza,
bajo el cráneo,
que separado
ríe
desde el cielo
en la distancia.


Creo que tenéis razón, chicos. A ver qué les parece la idea a los lectores. Aquel que me envíe un poema, unos versos, una imagen o fotografía bonita, saldrá en la siguiente entrega del jardín.

¿Qué os parece el ritmo que lleva el jardín de un par de entradas al mes?

Dejádmelo en los comentarios y, los que queráis participar, podéis hacerlo a través del Buzón, como siempre.

Nada más, encantado de tenerte por la biblioteca, querido lector. Y recuerda, las puertas nunca cierran.

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